domingo, 14 de septiembre de 2014

Y quiero olvidar todo y empezar de cero.

A veces recuerdo como me miraba. Recuerdo sus ojos azules posados en mí. Misteriosos y penetrantes. A veces recuerdo su risa. Eran carcajadas fuertes que invitaban a unirte a la fiesta. Disfrutando del momento, sin preocuparse por lo que hubiese a su alrededor. A veces, y solo a veces, me permito derramar alguna lágrima por su recuerdo. Pero ya tengo asimilado que se ha ido, y que no va a volver nunca. Se fue sin decir adiós, por mi culpa. Creo que todo esto no habría pasado si no hubiésemos discutido; ni yo ahora estaría sentada aquí, pensando en lo mucho que le quería, en lo mucho que nos queríamos.
Ha sido mi culpa, sí. Lo reconoceré una y mil veces más, porque si no fuera por mí él no habría cogido ese tren sin vuelta. No solo le he lastimado a él, he lastimado a todos los que ya se han olvidado de sus buenos días y sus buenas noches, de sus idas y venidas, de sus abrazos... Nunca volverá, yo lo sé, y es que no podría aunque quisiera, no ha podido decidir. Me gustaría haberle dicho adios, pero no tendría sentido, si hubiera dicho adios nada habría cambiado, él seguiría sin estar aquí, y yo seguiría viniendo a la estación de tren en la que le perdí, dejando rosas en su tumba, que sé que le gustaban.

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