viernes, 29 de agosto de 2014

Necesito verte aquí.

Te marchas. Y yo me pregunto por qué debe ser así, por qué el destino no quiere que estés junto a mí. Te hablo. Y me dices que me extrañas, que la presión de no tenerme te mata y yo lo comprendo tan bien...como si no puidera seguir cuando no estás a mi lado. Te busco. Y no te encuentro, no puedo encontrarte porque ya estás lejos de mi, a 438 km, tal y como era antes. Te lloro. Lloro tu ausencia, aunque sé que volveremos a vernos, pero yo lo quiero ahora, te necesito aquí y ahora, hasta el resto de mis días.

jueves, 21 de agosto de 2014

Y mi cama se queja fría cuando te marchas;

Sola. El dolor se clava en mi pecho una vez más y no estás tú para sanarme. Me pregunto que harás sin mí en tu vida, me pregunto que haré sin ti en la mía. Y no encuentro una respuesta. Sin ti todo se va, desaparece, mi vida se esfuma, se gasta. La dejo pasar como quien deja que se consuma su cigarrillo sin fumar. Llámame exagerada, aunque yo diría enamorada. Enamorada de tu pelo, de tus ojos, de tu olor, de tu ropa, de tu caminar; enamorada de tu risa, del paso del tiempo a tu lado, de ti.
Me siento en esta cama y nos recuerdo, éramos felices, éramos uno. Recuerdo esos besos que me encantaban, me mataban y me hacían revivir. Recuerdo tus manos sobre mi cintura, tu piel junto a la mía. Me llega la melancolía y las lágrimas mojan poco a poco mis mejillas, cada vez más. 
Llega el momento de todos esos para siempre, llegan a mi mente, llegan a mi corazón y lo rompen en pequeños pedacitos, ya no hay solución si no estás a mi lado. Lo sabes al igual que yo lo sé. Y te callas. Y ese silencio me atrapa, me mata.

domingo, 17 de agosto de 2014

Y ese fue nuestro primer domingo juntos.

Sonó el timbre y abrí la puerta corriendo. Era él, con su sonrisa y ese olor que me tiene loca. Lo abracé y lo invité a entrar. Fuimos al salón y yo me volví a acomodar en el sofá en el que estaba anteriormente. Él se quitó la chaqueta y la dejó en una silla mientras me preguntaba qué tal estaba. Yo respondí que estaba enferma, tenía gripe, así que mal. Entonces vino, se sentó y me abrazó, muy muy fuerte. Le dije que me estaba ahogando entre risas y me abrazó aún más fuerte. Cuando me soltó por fin pude decirle un "saca bicho" de esos a los que ya le tenía acostumbrado. Me dió un beso en la frente y se metió en la manta, acostado a mi lado. La chimenea en frente nuestra consumía la leña poco a poco, creando un ambiente tan romántico que se ajustaba perfectamente al momento. Decidimos ver una peli, después de un buen rato de discursión sobre cual. Mientras él la ponía, con las pocas fuerzas que me quedaban fuí a la cocina e hice una tacita de café para cada uno. Con leche y tres cucharadas de azúcar el mio, sin leche y dos cucharadas de azúcar el suyo. Mientras esperaba al café vino y me abrazó, me dió uno de eses abrazos por la espalda que sabe que me encantan, y miles de mariposas se revolvieron en mi estómago. Me giró y me besó, y fue tan bonito... Volví al salón pero esta vez acompañada de él y comenzamos a ver la película. No sé, pero fue un momento de eses que no se olvidan. Yo en pijama y con un moño en lo alto de la cabeza, con las ojeras que acostumbro tener y sin maquillar. Él con una camiseta y en boxers, tan perfecto como siempre. Pasaba el tiempo y la película llegaba a su final, y así fue. Terminó despues de un buen rato de llorera por mi parte y de pañuelos gastados. Luego él hizo la cena, mientras yo preparaba la mochila para el día siguiente. Cenamos y nos fuimos a dormir, juntos, tal y como serían el resto de nuestros días.