sábado, 20 de junio de 2015

Quédate conmigo.

Sé que no tengo derecho a pedirte que te quedes, pero no te vayas.
Me acostumbré a trasnochar a tu lado y a dormir con tu risa taladrandome la cabeza. A estudiar con tu vocecilla de fondo cantando canciones que no conozco, y que a pesar de desafinar, suenan tan bien.. A levantarme y ser mis buenos días y a acostarme y darme unas mejores noches.
Me acostumbré a ti como un niño a su peluche favorito. Como un yonki a su droga. Como un pájaro a volar. Como un pez al mar.
¿Y dime qué va a ser de mí si me faltas? Dime que voy a hacer sin tus insultos cariñosos, sin las películas de miedo compartidas, sin los sueños a medias, sin las promesas, sin tus interrupciones o sin ese día al mes que daba gracias por haberte conocido.
Por desgracia ha pasado el tiempo, y todas esas preguntas que me hacía han obtenido respuesta con tu partida. ¿Y que hago ahora sin ti? Supongo que acostumbrarme a vivir así, y a pesar de tu ausencia, ser feliz. 

domingo, 14 de junio de 2015

Es otra noche que no llegas.

Prometí que esta sería la última vez que volvería a hablar de amor. Me lo prometí a mi misma. No de amor, sino de desamor. Prometí que sería la última vez que volvería a llorar por alguien y que volvería a pasarlo mal, en definitiva. Prometí que aprovecharía cada momento, que sería feliz, que derrocharía alegría y que ningún tío me amargaría la existencia. Pero aquí estoy una vez más sufriendo por alguien que en realidad no se merece mi tristeza, o eso ha demostrado.
Cuando sufres por amor tienes más cuidado, vas más despacio, vas con pies de plomo. No quieres pasarlo mal por nadie así como así, creo que es obvio. De los errores se aprende -o eso dicen-. 
Cuando le conocí no pensaba que todo llegaría hasta este punto. No pensé que le llegaría a coger cariño y que mis ilusiones girarían en torno a que formara parte de mi vida. No pensé que llegaría a ser alguien tan importante porque no parecía que lo fuera a ser. Parecía un pasatiempo para no aburrirme. Pero cuando le conocí realmente... cuando compartí risas, cuando compartí noches, cuando compartí momentos, cuando compartí canciones, cuando compartí secretos, cuando compartí vida... descubrí que era mucho más que eso, que había conexión, que había química -o eso decía él y eso sentía yo-. 
Llegué a un punto en el que confié en él aunque había prometido que jamás confiaría en un tío de nuevo, pero confié en él. Y tan pronto decidí confiar, desapareció. Tan pronto le di una oportunidad, se esfumó de mi vida como si nada. Y volví a ponerme esa coraza. Volví a ponerme esa coraza hasta que volvió. Volvió y le perdoné. No para tener una relación con él, sino para ser amigos. Llegó y rompió todos mis esquemas una vez más haciéndome ver lo que era realmente la ilusión de un amor nuevo, lo que de verdad era querer formar parte de la vida de alguien y esas ganas de compartir momentos. Me hizo sentir como si no me faltara nada a su lado y que quisiera tenerle en cada una de las facetas de mi vida.
Entonces caí otra vez y le perdí de nuevo. Y no sé porque, ya que cuando volvió él conocía todos mis defectos. Se fue de un día para otro, creo que nunca fue consciente de lo que yo realmente sentía. No le quería, pero sabía que si pudiera, lo haría. Tenía todo lo que buscaba en una persona.

A veces llega alguien a tu vida que si se quedara te haría inmensamente feliz, pero se va. Y aunque sabes que va a volver, no puedes permitírselo, porque el daño ya está hecho. Lo siento, pero no doy más de segundas oportunidades.

sábado, 6 de junio de 2015

Punto de inflexión.


Supongo que llevo unos cuantos días rota por dentro. Supongo que tu partida ha significado un punto y a parte en mi vida. Siento que las ganas de amar se me agotan poco a poco, y no es solo por ti, es por toda la mierda que llevo a cuestas. Se podría decir que tú has sido mi punto de inflexión, simplemente porque después de todo el dolor decidí confiar en ti y una vez más me he equivocado. No sé si es mi culpa, o si ha sido la tuya por prometer para luego desparecer. Lo único que sé es que he llegado a una situación en la que por mucho que quiera mi cabeza me impide confiar en nadie más así como así. 

No sabría decir si eso es bueno o malo, pero mi corazón se niega a que sigan entrando y saliendo nombres como si de una estación de tren se tratara. No permitiré que ningún chico defina mi estado de ánimo, pero el vacío en mi corazón sigue ahí. Cuando te conocí hubo una química especial, eso creía. Y después de este tiempo de sonrisas, duele que vuelvas a irte a pesar de lo vivido. Pero lo que duele aún más es saber que como siempre, vas a volver, y yo no podré dejarte entrar en mi vida por mucho que quisiera.


Estoy en una etapa de mi vida en la que aunque no me guste necesito tomarme un tiempo para mí misma, por que sino volveré a caer, volveré a confiar y me volverán a fallar. Porque ahora mismo soy vulnerable, y supongo que tengo una curiosa manera de elegir a las personas con las que quiero compartir mi vida. En realidad tomo unas elecciones pésimas. Por eso necesito cerrarme al amor, creo. Estoy cansada de que mi lista de imposibles crezca, de que nunca funcionen, de no ser lo suficientemente buena, de seguir sumando amores con fecha de caducidad.