jueves, 21 de agosto de 2014

Y mi cama se queja fría cuando te marchas;

Sola. El dolor se clava en mi pecho una vez más y no estás tú para sanarme. Me pregunto que harás sin mí en tu vida, me pregunto que haré sin ti en la mía. Y no encuentro una respuesta. Sin ti todo se va, desaparece, mi vida se esfuma, se gasta. La dejo pasar como quien deja que se consuma su cigarrillo sin fumar. Llámame exagerada, aunque yo diría enamorada. Enamorada de tu pelo, de tus ojos, de tu olor, de tu ropa, de tu caminar; enamorada de tu risa, del paso del tiempo a tu lado, de ti.
Me siento en esta cama y nos recuerdo, éramos felices, éramos uno. Recuerdo esos besos que me encantaban, me mataban y me hacían revivir. Recuerdo tus manos sobre mi cintura, tu piel junto a la mía. Me llega la melancolía y las lágrimas mojan poco a poco mis mejillas, cada vez más. 
Llega el momento de todos esos para siempre, llegan a mi mente, llegan a mi corazón y lo rompen en pequeños pedacitos, ya no hay solución si no estás a mi lado. Lo sabes al igual que yo lo sé. Y te callas. Y ese silencio me atrapa, me mata.

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