sábado, 28 de septiembre de 2013

Estoy hecha de pedacitos de ti.

Y podía asegurar que cada sonrisa la hacía realmente feliz; que cada abrazo llenaba su vacío y que cada palabra sonaba más sincera cuando la decía él. Podía asegurar que todo lo que sentía era sincero; que todos los días a su lado eran únicos e irremplazables y que podría escucharle durante horas, y no se cansaría. Podía asegurar que el era la razón de su sonrisa y que solo él la podía alegrar cuando los demás no lo conseguían; que era todo lo que ella quería, ni más ni menos. Sabía que no era posible, sabía que se estaba equivocando, sabía que iba a sufrir, pero le daba igual, porque según ella decía, el merecía la pena, merecía todas las lágrimas, y merecía todo el tiempo posible.

                      Simplemente no estaba preparada para perderlo, todavía lo quería.

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