jueves, 30 de abril de 2015

Y la vida no se detiene por nadie.

Te pasas mucho tiempo hundida, vacía. Buscando alguna razón para salir a flote y no encontrándola. No tienes ganas de comenzar un día nuevo, ¿para qué? Simplemente dejas que las horas pasen, sigues con tu rutina, hasta que de pronto llega algo que te hace abrir los ojos. Quizá es que ves como todos siguen con su vida mientras tú estás ahí, estancada.
Comienzas a ver lo bonito de cada día, el cumplir sueños, el ponerse propósitos, el madurar, el crecer, el quererte sin buscar una razón, el dar y recibir amor. Y cuando te das una oportunidad a ti misma, comienzas a dársela también a los demás. Comienzas a despertar con una sonrisa, a disfrutar del día a día, a sonreír. En definitiva, comienzas a ser feliz.
Supongo que deberías agradecerle que te rompiera el corazón, porque gracias a ello has salido adelante y has conocido una parte de ti que no sabías que existía. Has sacado fuerza de donde no la tenías y has salido viva de un impacto brutal. Has aprendido a recomponerte a pesar de la rotura y a levantarte por muy grande que fuera la caída.
La vida es bella, y no se había dado cuenta hasta que sintió haberla perdido y ansió volver a tenerla. Y ahí está, completa. Cuando pensaba que no podía más aprendió a darle un giro a la vida, y tomó las riendas de su felicidad, porque ser o no ser feliz depende de uno mismo.
Y bueno, comenzó a abrir de nuevo su corazón, pero esta vez de verdad, sin que ningún capullo ocupe un sitio que no le pertenece, sin hacerle un hueco a alguien que no se lo merece. Pero un día...aparece él. Sin buscarlo, sin imaginarlo. Comienzas a sonreír cuando te acuerdas de él y las ganas de verle aumentan día tras día. ¿Quién diría que tu corazón volviera a tener ganas de arriesgarse y lanzarse en busca del amor? Así porque sí decides que él es el indicado, que por alguna extraña razón tiene el derecho de colarse en tu cabeza y hacerte pensar que ojalá fuera verdad, ojalá esta vez funcionara.
Y por momentos como estes, te das cuenta de que la vida seguía su curso, que te estabas perdiendo muchísimas cosas preciosas, que no merece la pena sufrir y que la vida pasa, y no se detiene por nadie.
Así que vive, como si hoy fuera a ser el último día que vieras salir el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario