miércoles, 5 de marzo de 2014

Y ahora el silencio acompaña mucho más de lo normal.

Oscuridad y más oscuridad. Soledad. Tristeza. Dolor.
Pararte a pensar en todo lo que ocurre por tu vida y ver que todo ocurre tan rápido que ni siquiera te has dado cuenta hasta hoy. Todo pasa y se va, y así constantemente. Porque así es tu vida ahora, un auténtico correcaminos. No puedo parar el tiempo y ya nada importa como antes. Duele, algo me está matando muy adentro poco a poco. No es ahora, es tiempo, es pasado. Estoy perdida en la nada, y aquí, ya no existen las palabras, ya no tienen significado los gestos, ya no existe el valor de las cosas. Lloro por el desconcierto, pero solo consigo ahogarme en mis propias lágrimas, cavar mi propio lecho de muerte. No sé que hago ni encuentro suficientes razones para seguir en pié. Esto cada vez cuesta más y siento que llegará un día en el que el dolor me sobrepase y la ocuridad llenará mi yo por completo. Porque crece dentro de mí poco a poco, detalle tras detalle, lágrima tras lágrima, decepción tras decepción. Non consigo cambiar mi estado anímico y eso me frustra, me corroe, me puede. Y yo ahora soy una marioneta a la que controlan como una hoja que lleva el viento, intento rebelarme y solo empeoro la situación, intento hacer lo que realmente quiero y solo consigo encerrarme más en esta jaula en la que me siento, esperando a encontrar alguna manera de salir. Cada día se me hace más difícil y yo no puedo con tanto peso sobre mi espalda. Son demasiados días de lluvia aquí en mi pensamiento. Y me gustaría que cada minuto de sol hiciera que parara de llover para siempre, pero solo es temporal,solo es una fachada, un alquiler. Dirán que soy una pobre niña inmadura que intenta llamar la atención, que juega a ser mayor, y a veces a mí se me pasa por la mente. Pero no, para que quiero la atención de unos cuántos entrometidos? Para que lastimarme y llamar la atención cuando lo único que quiero es ser feliz? Aquí todos piensan saber la respuesta, cuando ni yo misma la sé. Aquí todos creen conocerme cuándo ni yo misma lo conozco. Todos creen saber mis límites y mis debilidades, mis gustos y mos aficciones, mis sueños y mis pesadillas. Y ni yo misma las sé por completo, porque me sorprende mi cambio, mi aguante, mi madurez y lo contrario de repente. Aquí nada es lo que era, ya no somos niños que se preocupan por el peluche con el que van a dormir.
 Aquí todo es nada y nada es eso, vacío.

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